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miércoles, 11 de mayo de 2011

A mi Lee Lee querida

Descubrí la parte de invento que tienen las necesidades y los deberes: pero los respeto en seco, sin gran adhesión, porque organizan la vida.


Perdí la inmediatez que facilita el trato con los chicos y aunque sé que se recupera con tres carreritas y dos morisquetas, no tengo ganas de hacerlas, porque envidio todo lo que hacen ellos: correr, nadar, jugar, desear mucho y pedir hasta el infinito.


Ahora, que soy un poco bruja, me observo una veta grosera. Como directamente de la cacerola, muy rápido, o hago lo contrario, voy a un restaurante donde todos mastican reglamentariamente seis veces cada bocado, para la salud y me produce placer masticar –así como si fuéramos caballos, me enamoro de las chancletas viejas, tiro demasiada agua a las plantas después de lavar el balcón para que caiga barro y ensucie lo lavado (anulo el tiempo, ya que vuelvo a limpiar), cocino mucho, porque encuentro placer en que lo crudo se vuelva cocido y desestimo totalmente los argumentos ecologistas; si el planeta se destruye dentro de doscientos años, me gustaría resucitar para ver el espectáculo.


Entendí qué pasa con los que se mueren y con los que se van; vuelven en sueños y dicen: “Estoy, pero no estoy; estoy, pero me voy” y yo les digo: “Quedate otro ratito” y no dan ninguna explicación. Si se quedan lo hacen como ajenos, en otra cosa, y me miran como visitas lejanas. En esa región del olvido adonde han ido tienen otras profesiones y han adquirido otro modo de ser. Y todo lo que hemos peleado, hablado, comido y reído, pasa al olvido y no quiero yo conocer personas nuevas ni ver a mis amigos; en cuanto empiezo a hablar con alguien, ya lo mando yo misma a la región del olvido, antes de que le llegue el turno de irse o morirse.

(Fragmentos de Hebe Uhart....Guiando la hiedra.)


Mamá, tanto que hemos peleado y nos hemos querido, que después de que te fuiste yo pensaba ¿Cómo puede ser que todo eso que existió no exista más y que ahora ella ignore todo lo que me pasa, que dé lo mismo blanco que negro? Yo creo que me da trabajo esta carta porque no quiero llorar. (…). Yo sospecho alguna pequeña gracia para mí, algún don, pero puede perturbarlo el que yo ya tengo bastantes recuerdos y son un peso grande. Te pediría que vos, que eras creyente, encomiendes a Dios tus recuerdos, así yo me hago cargo sólo de los míos. Así más liviana podré recibir esa gracia.

Tu hija que tanto trabajo te ha dado, pero que también te ha querido mucho.

2 comentarios:

  1. Que sentidas tus palabars Yan, creo que uno entiende muchas cosas cuando puede hacer un raconto de todo lo vivido, porque en el durante no lo tenemos tan claro. La pregunta es si nos sirve un día entenderlo.

    Me diste muchísimas ganas de leer ese libro, yo que no soy un gran lector.

    Te mando un beso, extraño nuestros mails!!
    Que andes bien :)

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