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martes, 6 de julio de 2010

L'enfer, c'est les autres. Jean Paul Sartre

Sostuvo que la existencia precede a la esencia, que el infierno son los otros y que el hombre es una pasión inútil.

Considera que el hombre nace libre, responsable y sin excusas. Elegimos libremente cualquier camino para definir ese proyecto original que es el deseo de ser.

Por lo tanto, el hombre está condenado a ser libre y tiene la absoluta responsabilidad de renovarse en cada instante de su vida. La libertad resulta incómoda, debido a que hay que saber que hacer con ella, por lo tanto será la causa de una gran angustia.

Puede suceder que ante el miedo a la angustia que produce una elección, donde corremos el riesgo de que nuestra elección sea buena o mala, tratemos de engañarnos depositando la responsabilidad sobre algo ajeno, ya sea Dios, el ambiente o la herencia.

Sartre afirma que el hombre es un ser absurdo ya que ni el nacer ni el morir tienen sentido.
El absurdo de la existencia produce el sentimiento de náusea.


De sus propias palabras:
«Durante mucho tiempo tomé la pluma como una espada; ahora conozco nuestra impotencia... La cultura no salva nada ni a nadie, no justifica. Pero es un producto del hombre, que se proyecta en ella, se reconoce... Ese viejo edificio en ruinas, mi impostura, es también mi carácter; podemos deshacernos de una neurosis, pero no curarnos de nosotros mismos»

«El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que hace de sí mismo. Éste es el primer principio del existencialismo»


«Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos»


«Trata de amar al prójimo. Ya me dirás el resultado»

«La libertad es lo que haces con lo que te han hecho»

«Cada hombre tiene que inventar su camino»




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